La muerte de un hombre de fe que era Francisco Fernandez Buey, me obliga a escribir estas notas en su recuerdo y,tambien, en el de amigos y parientes de su persona. Francisco Fernandez Buey estaba casado, y ahora era ya viudo, de Neus Porta, hija de Francisco Porta y sobrina de Alfonso Porta Vilalta, personas que me ayudaron en mis primeros años en Lerida, y de las que ya he manifestado, en mis memorias, un recuerdo entrañable, permanente y agradecido.
Francisco Fernandez Buey fué un destacado dirigente estudiantil en la Universidad de Barcelona y en los años preconstitucionales de los setenta. Fueron años de plomo y la Universidad estaba rectorada por el Sr. Garcia Valdecasas de quien he creido siempre que era un hombre politico con precipitado azul y disolvente metálico. No fueron años faciles. Y Fernandez Buey estaba en la brecha e ingreso en prisión reiteradas veces asi como su mujer Neus Porta. Todo ello por manifestar su opinión contraria al régimen de entonces. Cuando pasada algunos dias en Lerida siempre había ocasión para hablar con Francisco Porta y su mujer sobrer los dificiles tiempos en los que se encontraba viviendo su hija, una muchacha de aspecto físico debil, ilusionada por su causa y adicta a su marido y a sus ideas, como no podía ser de otra manera en ese mundo ardiente de la política redentora.
Los diarios de Cataluña han publicado numerosos artículos elogiosos, destacando que Fernandez Buey era un comunista de fe sólida, que se mantuvo integro en su empeño y en su creencias, dirigido por Manuel Sacristan, otro comunista rigido y ferviente seguidor de su doctrina. Fernandez Buey tenia una cátedra de etica, en la Universidad Pompeu Fabra. Me parece una dedicación adecuada a su fe sin fisuras en las ideas que tenia. No todos los politicos pueden seguir la ética de la politica y mucho menos la ética de la verguenza. Y caen en los brazos amables y faciles de la corrupcion. Fernandez Buey siguió donde estaba. Trabajo intimamente en su cátedra a donde estaba siempre atendiendo a sus fieles alumnos.Le animaron, segun ha contado una de sus exegetas a que fuera a las URSS; pero no quiso. Esa era la relevancia de su profunda fe. No le iba a pasar como a Robert Capra y Willian Faulkner que fueron a la URSS como comunistas adictos y cuando regresaron al pais donde vivían como buenos burgueses del capitalis no sabían que decir sobre lo visto en aquella revolucion proletaria que no fuera divagar sobre lo justo y la ética de la revolución sovietica.
Esta noticia ha coincidido en una de mis lecturas de este verano. He repasado el libro " La revolución francesa" de Albert Soboul. Es un estudio sociológico y político de las causas de la revolución francesa y sus consecuencias, deducidas de su caracter burgues. Este autor francés, en su estudio, afirma de que lo que se trataba era de obolir en todas partes los restos de las instituciones de la edad media, recogiendo una opinión de Tocqueville, y concluye que ese acontecimiento tiene un lugar excepcional en la historia del mundo contemporaneo, ya que se asigna un papel transcendental, constituyendo la abolición del regimen señorial y de la feudalidad el punto de partida de la sociedad capitalista y de la democracia liberal en la historia de Francia. Y del mundo. Fue una etapa decisoria en la transicción del feudalísmo al capitalísmo.
Todos aquellos hombre politicos, y el pueblo " sans-coulotte" condujeron a la revolución burguesa y capitalista de mayor significado.
No se si Fernandez Buey pretendió alguna vez proseguir en España la revolución de los comunistas. Todo aquellos días violentos del "octubre rojo", han acabado en los políticos "zaristas" de la Rusia actual. Pero los iluminados siguieron y siguen , cada vez menos,con su fe. Quiza no conscientes del dolor intimo que causaban a las personas de su alrededor por su fe arraigada en el sentimiento. Quiza nos haria falta un poca menos fe mesiánica y un poco menos de intentar alejarse de lo que no se sabe.
Descanse en paz, ahora . Aunque me parece que esa paz de la ética unida a la fe se puede alcanzar en los pasos serenos de la vida, después de las primeras zozobras
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