domingo, 16 de septiembre de 2012

La hostilidad

He vuelto a leer, estos dias de septiembre, a Descartes, el autor del "Discurso del método". Precisamente porque a veces nos encontramos en momentos de hostilidad, en los que todo  cuanto  favorece nuestras pasiones nos parece verdad.

En las  "Memorias de ultratumba" , Chateubrian explica las razones finales por las que instruido para la revolución, se convirtió durante el destiero en partidario de la monarquía constitucional   a la inglesa. Después de la restauración Luis XVIII se esforzó por dar a Francia esa forma de  gobierno. Andre Maurois ,en comentarios sobre Chateubrian, dice que si no se hubiera dejado por sus pasiones hubiera sostenido con entusiasmo al rey. Y algunos  se creen independizados de su ambiente o de su pais porque los acontecimientos de su vida le han inspirado sentimientos de independencia. La hostilidad de no es  una garantía de independencia  de su pasión.

El autor del Discurso nos aconseja separar nuestra  razón de las pasiones y emplearla debidamente; y para ello nos da  e indíca cierto número de reglas: "Dividir ordenadamente  nuestros pensamientos partiendo de los mas sencillos, hasta los mas consfusos. Dividir las dificultades en tantas partes como sea posible. Hacer , para todo, recuentos tan complejos y revisiones tan generales como es imposible olvidarse de nada".

Recuerdo una de las frases de un ilustre jurísta que decia:" Las comunidades de vecinos de las compensaciones urbanístiscas no solo  justifican la expropiación, sino la expoliación". He asistido, profesionalmente a muchas de ellas. No se  suelen encaminar  ni, en ocasiones, se rigen por la razon y mucho menos por el Derecho. La energía que despliegan las pasiones  de sus  protagonistas  obnubila cualquier pensamiento  razonado.

Causa una impresión enorme en el espectador, o al menos a mi, que contempla, por necesidad,  y analiza con frialdad  los hechos y, en esos momentos de hostilidad y ver como las pasiones de las personas no tienen cabida en cualquier pensamiento  cartesiano. Observar a  las  personas ponderadas, sérias-- la seriedad no es justificante de la verdad-- arrastradas por la pasión. Despues las expone  su figura  fulgurate, en medio de tantos aceleraciones y consideran que no ofreces una visión correcta. No se ven  asimismo en ese momento. Son ajenas a las consecuencias de la hostilidad que han asumido. Son tan ajenas como si esa figura que  les  recuerda  fuera un  personaje de cine  proyectada  sobre la pantalla  ajena y que no es la que está en la primera fila de  butaca, repantigada, comoda, serena y fria.

A veces cuando escribo esta reflexiones me acuerdo de lo que  me enseñó un viejo maestro de abogados en Lerida, que me decía:" Es muy facil pensar; obrar es más dificil; y obrar según el pensamiento lo mas dificil del mundo".

A veces, intentamos obrar según el pensamiento; y se  agota el espíritu, rapidamente. Mejor, dejar al azar y al tiempo la solucion apaciguadora de tantas pasiones.

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