Decia La Rochefoucauld, "pocos saben ser viejos". Es muy dificl saber cuando se pasa la raya de la ancianidad, como es dificl saber si estamos en primavera, ahora mismo, y son solo los últimos coletazos del invierno desapacible que se nos ha colado casi a finales del mes de junio. Si la propia naturaleza es una pura incertidumbre en cada época, se puede figurar las dudas sólidas de cuando estamos ya, irrevesiblemente en la vejez , sin darnos cuenta de que ese arte de envejecer es tan dificl como el arte de ser joven, de ser padre y de ser ciudadano municipal.
Ahora el nuevo gobierno de España ha hecho publico su esfuerzo en la esperanza por cambiar las leyes que regulan , o debieran hacerlo, las administraciones públivas. Siempre recuerdo la frase de un viejo catedratico de Derecho administrativo que decía, en medio del asombro de sus alumnos, entonces muy disciplinados, que a las administraciones lo único que les pasaba es que alguien , incordiado por alguna rama de la administración, estado, provincia o municipio, y en Cataluña, además, las comarcas, se le ocurrió añadirle la calificación " pública", por sus referencias a la conducta perturbadora de las mujeres que tiene la misma determinación funcional.
Examinado , a todas ellas, con un cierto escepticismo, sin añadir unas gotas de cinismo, el presidente Rajoy ha sido de una sensatez registral, cuando dice que no son mas que recomendaciones. Así las tendrán en cuenta todos los ayuntamientos,las diputaciones , corporaciones locales de cualquier clase y categoria para recibir las nuevas propuestas. No puedo alejar de mi mente, la peculiar consideración de muchas personas, públicas y privadas, en España que consideran que las leyes son para, y mas o menos amables, hacer recomendaciones. E incluso cuando la história sagrada nos señala que son " los mandamientos de la Ley de Dios".
De una manera formal y material ha participado de la Administración Local, toda mi vida profesional y humana . Y he seguido coin entusiasmo las suesivas incidencias de la legislación del llamado Regimen Local; desde la Unversidad, con las sensacionales y curiosas lecciones de Pi Suñer, que recordamos con deleite, todos los que pasamos por sus clases. Los ayuntamienros son unos entes, llamemosle así, dificiles, complejos en su conducta por la proximidad al vecino-cuidadano. Cuando hay un cuestión administrativa que no funciona bien, la queja mas inmediata la recibe en directo el concejal de su barrio. Y cuando las cosas municipales, por llamarlas de manera sencilla, van bien, nadie da las gracias, basándose en esa frase tan manida, tan cruel y tan inoportuna, de que " para eso cobran".
Y de las carencia económicas de los ayutamientos, ese es un libro entero, escrito en muchas modalidades, de miles de páginas, empezando por la história farragosa de un banco que existía , entonces que se llamaba Banco de Credito Local. Se hundió en la desgracia, como no podia ser de otra manera. Cada ayuntaniento necesita un Banco de España; y tambien, ahora, un Banco Central europeo para cada uno de ellos., Y, aun asi, no creo que es suficiente. para todas las necesidades y todos los "caprichos" majaderos que se les puede ocurrir, en algunos casos. Las elecciones cambian las actuaciones por aquello de que la escoba nueva barre muy bien. Lo que pasa es que, a veces, no se cambia la escoba, porque ya va bien para el barrido que se pretende , o la nueva ya viene con servidumbres y manías. El problema municipal es inabordable por la ley. Figúrense cuando el Estado dice que hará solo recomendaciones. Vaya por Dios-
Hay que saber ser viejo ciudadano de un ayuntamiento. No es conveniente, casi nunca, pedir peras al olmo.