miércoles, 13 de junio de 2012

La publicidad

Hace años, acaso muchos, había una revista  gráfica que se editaba semanalmente, titulada " la Codorniz". Era una revista que tenía un lema  muy curioso: "Donde no hay publicidad resplandece la verdad".

Nadie puede vivir sin la verdad y sin publicidad.En ese  término ambiguo de  nadie están las personas mayores con sus preferencias en casi todos los sentidos. Pero cada día  las cosas que me llegan desde  muchos ángulos nuevos y situaciones insólitas me obligan a una recomposición de posturas, de actitudes.

Cada mañana escucho una radio para oír las últimas noticias y los comentarios que hacen los invitados de esa radio. He elegido una radio determinara para evitar que me amargen el desayuno con mensajes inoportunos por la edad, por las ideas políticas que tengo o por las relaciones amistosas que mantengo. Toda persona tiene multiples sensibilidades  que configuran nuestra manera de vivir, tan azacaneada ultimamente, en temas  inutiles o extemporaneos.  Y eso  que hemos pasado el límite del horizonte previsible.


En materia de diarios, la ley obliga a distinguir muchas cosas; la verdad es que siguiendo la habitual conducta de algunos españoles, la vulneración de las leyes sigue siendo una postura supuestamente progresista. La norma legal obliga a señalar  y distinguir lo que es información y lo que es publicidad. Tambien a lo que es información y lo que es opinión. En esos momenos siempre hay alguien que repite  jolgorioso una especie de bálsamo nacional con una frases esteriotipada y estúpida. "Hecha la ley, hecha la trampa". Supongo que eso lo deben decir los tramposos.

Pero volviendo a lo anunciado. No entiendo mucho como periodistas o informadores de cierto prestigio se prestan a anunciar  productos comerciales, con el mismo tono y reclamo que dicen las noticias informativas y sus comentarios. Me pregunto. ¿Donde comienza la verdad y donde acaba la informacion? Todo eso no es igual. Se presenta igual; pero no lo es. Hay que enseñar  a estos comentaristas y a los españoles a distinguir lo uno de lo otro. Y es  dificil  hacerlo; precisamente a cuya distinción no se aprestan algunas resoluciones de los tribunales.

Nuevos tiempos, nuevas costumbres. Espero que sea para mejorar y que lo vea.Aunque mientras no empeoren, quedaré  pacificamente desconcertado.

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