jueves, 26 de julio de 2012

Cuba

 En ocasiones  he  recordado  al padre de mi madre, un castellano de la meseta, de esos a los que, en ocasiones, se les llama, en la periferia, con cierto tono despectivo, mesetarios. Aquella persona,  ya anciano, me contaba, yo era niño, durante las jorndas guerreras de la guerra civil,  las peripecias de los soldados españoles, miembros de  aquel ejercito expedicionario a Cuba que llegó  a tener  quinientos mil hombres desplazados en la manigua. Aquel ejercito español era mas numeroso que el ejercito americano en Vietnam . Me detallaba los males tropicales las enfermedades que tenian que aguantar, el  cólico negro, el paludismo, los racionamienos  de comida de guerra, la falta de municiones suficientes, la ropa del soldado  que era inadecuada para aquella guerra  en la exhuberancia de la maleza tropical; y el armamento escaso y  anacrónico. Siempre le recordaré con aquellos relatos, la barba blanca  y gris, pegada a una  cabeza angulosa; el pelo  de la cerviz rapado,  cortado a raiz; y sentado, con las largas piernas, huesudas, a las que me acercaba, para escuchar sus relatos.

Munca le oi hablar de Silvela, ni de la España sin pulso. Luchó en aquella guerra, en defensa de España y con la  grandeza de estar cumpliendo con su deber. Es curiosa la escasa bibliografia que descubre o describa  la vida de todos aquellos miles de soldados defiendo con  su sangre y en muchas ocasiones con su vida,  la provincia española que era entonces Cuba.No hay literatura para ellos. No hay mas que relatos esporádicos de la batalla naval de Santiago de Cuba, contra los barcos americanos. Pero no hay detallada la vida de los soldados. De esos miembros  sencillos de esa otra España.

Hay una costumbre literaria para hablar de la España del 98. Pocas historias se refieren a esa multitud de españoles que cruzaron el Atlantico, en barcos inverosimiles, para cumplir con su deber, como soldados rasos. No hay épica para ellos, en los relatos literarios.

Volvemos a estar en ese inmenso olvido de miles de españoles que en esta época tan dificil , luchan cada mañana para sacar adelante la parte o  el  pedazo de la  vida que les ha tocado protagonizar.

¿Cual es la España sin pulso? La que se ha quedado con el dinero de los  jubilados, con el ahorro de loa trabajadores con una ficticias cédulas de deuda eterna que las han llamado , para mayor sarcásmo: " preferentes".  Esas personas le han dejado sin pulso y casi sin vida. Esa es la otra España que no sale nunca en las tertulias radiofónicas y en la televisión. Es esa la otra España de la que casi nadie habla, de los que  hicieron  un esfuerzo  continuado y permanente para crear riqueza, para cumplir con lo que les habían enseñado en la casa de sus padres y en la vida diaria de su lucha constante. Esa es la otra España de la que no habla casi nadie, esos que buscan la cita pesarosa para decir que no saldremos de esta.

Se intenta con ello despertar un sentimiento de culpa  civica, de no haber hecho lo que debían, de dejar al pais sin nervio. Se ha acentuado las bromas sobre lo que ocurre aquí, que son los mismos,que se han dedicado a descubrir la manera de vivir, chillando contra los demas. Y sin olvidar nunca la codicia.

No oí al padre de mi madre  un repudio de los políticos de entonces . Me contaba sus deficiencias de avituallamiento. Pero estaba allí para hacer lo que tenia que hacer;  de verdad. Y España saldrá adelante a pesar de que tantos  escribidores se dedican a decir cada mañana   a tomarnos el pulso ,que estamos  en la clínica. Estan sin pulso los que  nunca lo tuvieron para  trabajar para todos. Los demas, seguimos sintiendo el estupendo pulso de la batalla para ganar  el futuro


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