martes, 13 de marzo de 2012

la edad social

La consulta que se nos hace con mas frecuencia, es sobre nuestra edad- se refieren siempre a la edad biológica. Los años , o el tiempo que ha pasado desde que nacimos, es una referencia frecuente y casi única. Lo de venir al mundo es otra cuestión; ya que ante nosotros se abren muchos mundos, alguno de ellos en el ignoto tiempo de lo desconocido. Pero dejémoslo en la fecha de nacimiento que es las usada para contar nuestra presencia en la vida civil. Es la que figura en los documentos oficiales, fiel reflejo de lo que está anotado en el Registro Civil y en la pagina personal de cada uno.




Pero hay otra edad, mas reciente entre nuestros pensamientos y en nuestra ideas. En la edad de la soledad. La soledad es un estado de ánimo que también tiene muchas facetas, algunos tiempos, y cortas temporadas. La soledad de los ancianos es a la que hoy me quiero referir.




Me considero un anciano; biológicamente he superado los ochenta años. Algunos amigos me dicen que me encuentran estabilizado, en mis dolencias no precisamente flojas , y en las características físicas de mi presencia personal. Es posible que así sea, a estas horas, de las once de la mañana. Después, a lo largo del día, viene el declive físico y hasta el de la incertidumbre. Y con el declive, afloran y nacen en el pensamiento-- la mayor libertad que tiene el ser humano--, las penurias de nuestras relaciones humanas y, con especial importancia entre ellas. las sociales.




De vez en cuando llega hasta nosotros, los ancianos, noticias que nos aportan un grano de amargura colectivas, de desazón, de inquietud. Esas noticiás tan reales como cuando el medio informativo te dice que hay muchos ancianos abandonados en las salas de espera de los hospitales y hasta en gasolineras. Abandonados por sus familiares, mas o menos lejanos, y lo que causa mayor desazón por sus mismos hijos.




Hace algún tiempo se desarrollo una campaña publicitaria compuesta por la imagen de un perro solitario y un letrero que decía: "el no lo haría contigo". Se refiere al abandono de las mascotas, que alcanza en las grandes ciudades a miles de ellas, en los meses de comienzo de las vacaciones. Me hubiera parecido tambien correcto que se fotografiase a un anciano, y se pusiera el mismo letrero para enmarcar la fotografia. "El no lo haría contigo". Tengo un amigo, de muchos años, un profesional competente y afectuoso en el trato personal , que en un momento determinado su suegra comenzó a padecer "aizheime".La familia estuvo con ella, asististiéndola , muchos años, hasta que se murió. Despues enfermó, el padre de este amigo de la misma dolencia insidiosa. El matrimonio aguantó con el, en su casa. muchos años. Pero empezó a envejecer el matrimonio de mi amigo y la carga de la enfermad de su padre se hizo insoportable, por la necesaria dedicación que ni ellos mismos podian hacer el uno para el otro. Decidieron internarle en una buena clinica, dotada de medios modernos y bien equipada de enfermeras y doctores especialistas en geriatría. Lo no podian hacer, economicamente, hablando. Bien. Un día, mi amigo cogió a su padre le acomodó en el coche y lo llevo a la clinica, o residencia. Cuando entraba en le edificio, el padre que no había coordinado ideas, situaciones, ni recuerdos en los ultimos años le dijo , pesaroso: "No esperaba de mi hijo que me trajera a una residencia". Y no volvió a coordinar idea alguna, a partir de aquel momento, hasta que se murió.




Me lo contaba desolado, sin comprender, ni saber porque mecanismo de la naturaleza, a él que habia cuidado los últimos años a dos personas con aizheime , y en su casa, cuando se decidio a hacer algo tan frecuente como alojarle a su padre,en un centro adecuado , le dejó ese recuerdo ingrato y una despedida desabrida

Ese abandono de los amigos de siempre cuando llega la ancianidad, es una carga violenta sobre nuestras emociones, que introduce dudas en el pensamieto sobre si, realmente, eran amigos. Y se repite esa frase de dolor íntimo, penetrante, que deja huella, refirienose a aquellos que nos alojan en una intemperie de afectos :" No esperaba eso de ti ".

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